¿Qué nos queda?
Ferro empató 0 a 0 ante All Boys, en Caballito, y sigue comprometido en la lucha por el descenso. No se pudo despegar del fondo de la tabla, es el único equipo que todavía no pudo ganar desde que empezó la segunda rueda y ya lleva 9 partidos sin poder sumar de a tres…
Como tantas otras veces, la previa le había hecho un guiño al equipo del Huevo Rondina porque a Oeste se le habían dado todos los resultados para que pudiera respirar y salir tímidamente del fondo de la tabla. Arsenal había perdido el sábado frente a Almagro, mientras que el mismo domingo Alvarado y Güemes tampoco habían podido ni siquiera sumar de a uno. Todo estaba dado para un triunfo en Caballito frente al Albo, pero como tantas otras veces todos jugaron para Ferro, menos Ferro.
El desarrollo fue lógico a cómo viene siendo este magro presente carente de alma y de ideas de juego. Todo hacía indicar que el resultado iba a conducir a un cero muy grande como se terminó dando. Casi patear al arco, en otra penosa actuación, los dos jugaron para ver quién era el más malo pero como no podían perder ambos, terminaron empatando sin generar una sola chance clara vía generación de fútbol o triangulaciones y ahí es donde yo me tengo que preocupar porque, además de ello, existe de un factor anímico que está por el quinto subsuelo. El temor domina al equipo, que no asume riesgos y lo hace más impreciso de lo que ya es. Entonces, el DT puede corregir la parte táctica, pero cuando el miedo te abduce es un trabajo mucho más difícil para mejorar estratégicamente sin confianza.
Bajo ese contexto, el equipo de Aníbal Biggeri fue el que pudo irse más satisfecho por haber sumado fuera de Floresta y será el Verdolaga quien deba a salir a buscar los tres puntos en Sarandí, cuando de visitante le está costando enormemente. Esa racionalidad que llevaba a intuir que no se fueran a lastimar producto de sus propias carencias, es la misma que lleva a uno a pensar de que si en Caballito no le creó ninguna chance de gol a All Boys, por qué y cómo hará para hacérselo a Arsenal. Problema, no menor, para dentro de siete días, en otra nueva y angustiante final.
Rondina volvio apostar al 4-3-1-2, repitiendo un esquema que no le está funcionando pero modificando algunos nombres. Pasó la escoba con Alonso, Lazaro y Diellos. Impulsado por el partido de la Reserva ante Platense incluyó a Flores de interno, ya que Tomasetti siguió siendo la base, y a Gaby Ayala y Montiel en el banco. ¿Solución? Más de lo mismo. Con esos pocos nombres no alcanzó para alterar la ecuación de un equipo que, por más jugadores de buen pie que tuviese, no suma pase y abusa de saltear líneas. Esa imagen de esperanza que había dejado el compromiso frente a Deportivo Madryn fue un espejismo, porque volvió a parecerse al de la derrota con Alvarado, ese que parece un equipo de descenso. La diferencia radicó en un rival igual de timorato, que no lo presionó, ni lo incomodó, no lo atacó y consiguió lo que fue a buscar.
Esa ausencia de volumen de juego y abuso de pelotazos se explica en la falta de movilidad de los intérpretes. Es difícil sin opciones de pase en el medio cuando los laterales son marcadores de punta, en su propia casa frente a un rival replegado. Ni Kihm, más prolijo y más suelto, ni Ayala a quien se lo sigue notando con una merma física importante, se soltaron en ataque para que el equipo fuese más ancho. De esta forma, al igual que una semana atrás, todo concluía en envíos largos de Rivero para que Benegas luchara solo contra Coronel y Zafarana, donde perdió más de lo que ganó. Parisi fue por afuera pero la pelota no le llegó. Por lo tanto, si se tiene este estilo de juego, ya que evidentemente se piensa en tratar de cuidar el cero en el arco, pero se desequilibra todavía mas en el poco peso en ofensiva que tiene este plantel, ¿no era mejor una doble referencia de Montiel y Mateo para jugarle mano a mano a los centrales y hacer más parejos los duelos? Porque cuando le tocó entrar al hombre del hattrick de la Reserva, quien también le puso ganas, luchó y corrió, al igual que el 9 titular todo ese sacrificio fue de espaldas al arco y para presionar sobre salida. El Verdolaga no generó una sola situación de gol para sus puntas y los volantes ya no acompañan la jugada para llegar al área rival.
Los únicos tiros al arco que tuvo fueron todos desde la pelota parada: dos tiros libres del Tucu Rivero, uno al travesaño en el que lo fino que estuvo con la puntería no lo estuvo en cada salida del fondo, y otro en el segundo tiempo ejecutado por Campos al que Lorenzo llegó exigido. Después, nada. Demasiado poco. ¿Y los creativos? Quiroga y Tomasetti no volvieron a pesar ni a imponerse, en tanto que Campos, incómodo porque no le llegaba la pelota y la férrea marca de Turraca y Salas que coparon la zona central, nuevamente estuvo más cerca de los centrales que de los delanteros en una zona que no sirve, lo obliga a dividir y si traslada sufre la marcación escalonada del rival, ante la falta alarmantes de socios para la descarga. Así es difícil destacar a alguien.
Para colmo, las variantes también fueron cambiar para no cambiar nada. Primero entraron Palacio y García que fue a jugar de 9, que por más voluntad que ponga oor su altura es normal que pierda en los duelos aéreos y luego los ingresos de Montiel y el Colo no rompieron el esquema. Recién a falta de 8 minutos, Gaby Ayala entró por Tomasetti para tener dos extremos naturales, pero con muy poco tiempo para que la variable funcionara. ¿Sensación? Se priorizó un orden inexistente, ya que All Boys tampoco atacó en ningún momento, para priorizar no perder cuando debía arriesgar para ganar.
Siendo así, ¿hay algo para resaltar del magro empate con el Albo? Únicamente su gente. Siempre nosotros. Un público que hizo una tregua con el plantel y mostró 85 minutos de apoyo hasta que lógicamente se cansó y cuando bramó durante el partido principalmente lo hizo contra los verdaderos responsables de este presente que, otra vez, nos tiene al borde del abismo: Pandolfi y otra lista de dirigentes, quienes en menos de un año ya se comieron al capitán del equipo, al primero de los directores técnicos (¿irán por el segundo?) y al secretario deportivo. Todos esos que tardaron una década para inaugurar una tribuna que estéticamente ni siquiera convence.
La gente de Oeste fue la única figura, que acompañó y mostró apoyo, que en el peor momento no va a querer dejarse vencer y que en el 121º aniversario del club marcó un precedente, dijo basta y perdió el miedo y el respeto para hacerse sentir y manifestarse. Porque al final de cuentas, más allá de rendimientos deportivos y descalabros dirigenciales, siempre lo único que queda es tu gloriosa gente.
|