No todo es color de rosa
Ferro cerró el paupérrimo campeonato ganándole 3 a 1 a Patronato de Paraná, en Caballito, con goles de Franco García, Gino Olguín de tiro libre y Tiago Esidin. Terminó la temporada con tres victorias consecutivas y lleno de juveniles.
No vale tapar el sol con las manos. Que Oeste haya alcanzado su mejor versión, con todavia cosas por mejorar, para llegar a tres triunfos seguidos, no debe nublar el fracaso que fue este 2025 para un plantel que se armó para pelear arriba y terminó sufriendo abajo. El quinto presupuesto más alto de la categoría evidencia que no alcanza con tener dinero, sino que sin la capacidad para saber administrarlo y usarlo es imposible pelear por un ascenso. Acá, billetera no mata galán, sino que todo lo contrario: idoneidad mata billetera.
La explicación de la superioridad del equipo de Rondina sobre Patronato tuvo tres factores determinantes. El primero fue la continuidad del 4-4-2, algo que se pedía hace rato. Le dio más futbol. Salteó menos las líneas. Lo segundo fue la inclusión de los juveniles, con tres de los cuatro volantes formados en el club y, lo último en concordancia con lo segundo, fue que jugó liberado, sin esa presión y angustia con la que convivió en toda la segunda ronda. Se lo notó fresco y suelto. Desde ahí, con varias falencias a ajustar en la fase defensiva, fue un equipo que asumió más riesgos y protagonizó desde la posesión de la pelota y el juego interior. Ya sin la obligación de ganar, lo hizo y por única vez en la temporada convirtió tres tantos en un partido.
El que domina el medio, domina el juego. De esta forma lo hizo el Verdolaga ante el necesitado conjunto entrerriano que buscaba acomodarse entre los que pretendían definir como local en el Reducido y tan malo fue que hasta se terminó quedando sin clasificación a Copa Argentina. El local aprovechó esa mezquindad de su oponente y rápidamente leyó donde estaban las claves: en el carril central a espaldas de Galucci y Barinaga, el doble eje de la visita. Por ese sector fueron donde se internaban Cuzzani y Campos, haciendo una remake de las épocas de Moreyra-Campos, al ser volantes que empezaban por afuera y se juntaban con libertad por adentro. Ni Marcioni ni Sánchez los perseguían en el duelo esquemático de los 4-4-2, más el adelantamiento de Obradovich u Olguín para que se generara el 3 vs. 2 en dicha zona. Así, el de Caballito ponía fácilmente a un volante con campo abierto y dos o tres tiempos a su favor para buscar la filtración hacia García y Parisi, que a diferencia de Los Andes que jugaron de afuera hacia adentro, ahora fijaron a los centrales y las diagonales eran a la inversa, de adentro hacia afuera, para permitir que Cuzza o Martín pisaran el área. Así, el Mágico tuvo la primera en el poste y Campos llegó dos veces a posición de gol. No había persecución en las marcas de la visita. Algo que Gómez ni siquiera pudo ordenar con la salida prematura de Marcioni y el ingreso del interesante Valentín Pereyra.
En su sorna, los de Gabriel Gómez no supieron si seguir adaptándose a ocupar espacios, lo que permitía la conducción de Meritello hasta el círculo central para generar superioridad desde el traslado, o salir a presionar. La primera que fueron a buscar el error en la salida, Meritello encontró ese pasillo donde el nexo fue Campos, que cuando fueron a presionarlo, conectó con Cuzzani para que terminara asistiendo a Franco García. Con la ventaja, no especuló sino que siguió intentando con ese dominio que construyó con pequeñas sociedades: la mencionada de Cuzzani-Campos por dentro que fue lo diferencial del desarrollo con esa búsqueda constante y las filtraciones verticales, la cohesión entre Parisi con el uruguayo arriba y, finalmente, la coordinación de Olguín junto a Obradovich, en la base, para alternarse en el primer pase y el apoyo interno. El juvenil iba a los anticipos, en tanto que el último de los refuerzos hacía las coberturas a los costados, imponiéndose en los duelos individuales, jugando sencillo y coronando su partido con el gol de tiro libre en la etapa complementaria que volvio a desnivelar el resultado. Un futbolista que, sin destacarse, ordenó un poco lo que fue el mediocampo de este equipo.
Defensivamente los de Rondina también tenian dos misiones claras: evitar que Barinaga quedara suelto en el medio y que Bonansea no pudiese tener cancha de frente, obligándolo a la descarga hacía atrás. De esta manera lo tenía limitado, por lo que para el complemento Patronato cambió el esquema: doble referencia con el ingreso de Barolín, lo que le permitió a Bonansea y Castro retroceder unos metros. Este último, se involucró más en el armado, en la zona donde le faltaba gente. El daño lo encontró a espaldas de Ayala, como fue sistematizado durante todo su desarrollo. Con Cuzzani o Esidin interiorizándose, el lateral izquierdo no hacía pie en su sector y la acumulación de delanteros en el área le permitió al Patrón llegar a la igualdad. Ferro, ya desgastado por la intensidad de los primeros 45, se chipeó para la contra lo que decantó en un desprendimiento más rápido de la pelota y mayor verticalidad. Tan fresco de mente estaba el Verde que casi no acusó el golpe. Lo que anteriormente lo hubiese tumbado, en la última fecha asumió el empate rival con naturalidad. Debía volver a lo del comienzo y lo consiguió con el ingreso de Montiel: ante tanto juego directo, con sus pivoteos y aguantes, era la pausa que necesitaba el equipo para descansar y que los volantes llegaran a pisar el área. Por consiguiente, con este método llegó el tango de Tiago que liquidó el pleito. Made in Pensión Carlos Timoteo Griguol. En una jugada calcada de un rato antes, cúando el delantero sacó de su zona a Moreyra, pero al recostarse sobre la derecha y girar le quedó para su pierna menos hábil, en la segunda se tomó un tiempo más para gestar la sociedad de los pibes.
Para el final quedó el show de los juveniles. El atrevimiento de Gaby Ayala, los chiches de Esidin, las proyecciones de Kihm, la confianza de un equipo que en el epílogo del torneo y con nombres muy distintos a los que comenzaron se terminó sintiendo ganador. Concluyó siendo una victoria con algunas cosas a resaltar. Está claro que el camino es con los pibes. Que hay material. Ferro es un club formador y nunca debe perderse ese prisma. Pero, se sabe, los chicos solos no van a ganar campeonatos. Necesitan de un apoyo de gente de experiencia idónea. No que los tapen, sino que los acompañen como parte de un proyecto, aunque sea una palabra que en el diccionario verdolaga esté tachada. Ahí es donde los que eligen se confunden siempre y en su año 26 en el ascenso ya no pueden seguir fallando. Porque aunque el fracaso se busque decorar con tres victorias consecutivas y algun tipo de mejoría en el juego, del otro lado de la cancha no todo es color de rosa.
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